Michael D. O'Brien

El apocalipsis del presente

La trama de esta novela está empapada de una idea muy original,  la interpretación del Apocalipsis como “la batalla real contra el espíritu del mal (que) viene desarrollándose desde los comienzos de la historia humana y continúa, ininterrumpida, hasta nuestros días“. Por tanto, los hechos que relata el último libro de la Biblia no son cosas que vayan a ocurrir, son cosas que están ocurriendo:

Ha habido muchos apocalipsis desde los tiempos de Jesús: los reinados de Nerón, de Hitler y de Stalin, por ejemplo.

La novela nos describe la lucha con el mal en un escenario comtemporáneo, una lucha a cuerpo entre el poder del mal y el poder de la gracia que se desarrolla en la sociedad y en el corazón de las personas.

No es una novela para corazones débiles. El protagonista, el padre Elías, debe enfrentarse a un importante dirigente mundial que se prefigura como un nuevo Anticristo con el objetivo de anunciarle el evangelio y luchar por su alma. La lucha debe realizarse con armas sobrenaturales:

Para vencer el mal, no podemos utilizar las armas del mal. Hacer eso, aunque fuera en defensa del bien, representaría una doble derrota.

La principal arma del enemigo es el miedo: “Las experiencias por las que ha pasado la humanidad durante más de un siglo no hacen nada por reforzar la confianza. Nuestra época es, por encima de todo, la era del miedo“, mientras que el arma de los santos es la paciencia y la cruz.

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La novela fue pubicada originalmente en 1996 y encontraremos en ella un montón de referencias a temas muy actuales que no dejan de producir cierto escalofrío: “El apocalipsis del presente irradia una sensación de normalidad. Vivimos dentro de él“.

Pero el protagonista de la novela no es el enemigo, el protagonista es el padre Elías, que debe luchar desde sus muchas limitaciones: “¿Quién es santo? ¿Aquel que obedece a Dios en su debilidad, o aquel que pide poseer todas las virtudes más admirables antes de entregarse a su empresa“, apoyándose en la esperanza sobrenatural: “Él no recompensa por los éxitos, sino por la paciencia y las dificultades sufridas en su nombre“.

Una lectura trepidante, con acción, pensamiento y continuas sorpresas en el argumento, pero, como dijimos antes, no recomendable para corazones débiles.