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Al final del caminoCon 87 años, Juan José Osácar rescata en Al final del camino momentos valiosos de su vida, seleccionados no por su valor histórico, ni siquiera desde el punto de vista biográfico, sino desde una dimensión más personal. Es, definitivamente, una colección de encuentros personales. Así el libro se llena de momentos entrañables, como una colección de rostros amigos, que han aportado la chispa de la amistad o el valor de lo humano en algún momento de la vida del autor. Una visión profundamente humana de la vida, y a la vez inequívocamente trascendente. El brillo de Dios, como creador amoroso y providente, ilumina las historias y muestran el rostro de Dios reflejado en el rostro de todas las personas que habitan este ejercicio autobiográfico.

Así se entiende el epígrafe de Ansel Grun con el que se introduce el libro: “En el encuentro con el otro descubro mi verdadera esencia y el misterio del otro, en el que brilla para mí el rostro de Dios”. Un acertado resumen de lo que el lector va a encontrar en las páginas siguientes.

Además del valioso fondo de Al final del camino, el encuentro personal como esencia de la vida, el lector se va a sorprender por la calidad literaria de estos textos. La habilidad de transportarnos a los campos sorianos de un mundo rural que ya no podemos casi imaginar es admirable. El cuidadoso vocabulario, la recreación de las escenas, del paisaje, de los sentimientos de los protagonistas… hacen de esta lectura una experiencia deliciosa, despiertan el deseo de visitar aquellas tierras y de sumarse a este conocimiento personal de los paisanos de Yanguas, intentando emular el trato con la gente que marca la línea principal del libro. Quizá ya no podamos encontrar a las mismas personas, pero seguramente a otras que nos puedan enseñar muchas cosas.

Alguna de las historias sorprende especialmente, por la originalidad y la maestría para resolver el relato con recursos impensables para un escritor no profesional. Por ejemplo, en La memorable noche del gato montés, el monólogo a modo de diálogo con que el Pruden, atrapado en el cantarral, nos descubre sus pensamientos, es tremendamente original y efectivo, mucho más que si un narrador omnisciente nos los hubiera revelado. Los relatos de pastores, los capítulos dedicados a los maestros rurales o el que dedica al párroco del pueblo, nos llevan a sentir el frío de la mañana, el olor del campo y el sonido de los rebaños.

Al final del camino es una lectura muy recomendable para los que disfrutan de los paisajes y de la conversación con los vecinos, para los que valoran a las personas más que a las cosas, y para los que saben descubrir a Dios en el rostro del prójimo.

 

Libro impreso

15,00 IVA incluido

Libro electrónico (epub)

3,99 IVA incluido