El arte como evasión
Este libro, publicado en 2002, es una colección de comentarios de Vargas Llosa a novelas importantes del siglo XX. Las 35 novelas seleccionadas no son las mejores, ni las más representativas, pero si dan un panorama interesante de la narrativa de todo el siglo, al menos de sus dos primeros tercios, porque los últimos veinte o treinta años están muy poco representados. Puede ser una buena guía de selección de obras para quien quiera recorrer el camino de la narrativa durante el siglo pasado.
La colección de comentarios viene custodiada por dos artículos de Vargas Llosa en que profundiza sobre el sentido del arte y la literatura. Estos dos ensayos, titulados “La verdad de las mentiras” y “La literatura y la vida”, describen muy bien el concepto estético de Vargas Llosa y el sentido que él da a la tarea literaria.
Para Vargas Llosas la literatura es un artificio evasivo. La realidad es desagradable y el ser humano, para sobrevivir en este mundo inhabitable, inventa mundos ficticios, mentiras con apariencia de verdades, en los que sumergirse. La habilidad del autor literario será introducir al lector en un mundo falso, pero que parezca cierto, y hermoso. “La literatura sólo apacigua momentáneamente esa insatisfacción vital, pero, en ese milagroso intervalo, en esa suspensión provisional de la vida en que nos asume la ilusión literaria, somos otros“.
Este concepto evasivo del arte atraviesa todos los comentarios, en los que Vargas Llosa va descubriendo la habilidad de los autores para crear mundos falsos que ilusionan (en un sentido ambigüo del término) a sus entregados lectores. Como ejemplo, comentando “La señora Dolloway” de Virginia Woolf, escribe: “.. el mundo real ha sido rehecho y perfeccionado de tal manera por el genio deicida del creador que todo en él es bello, incluido lo que en la deleznable realidad objetiva tenemos por sucio y por feo“.
Mi opinión es que Vargas Llosa está totalmente equivocado este punto. Para empezar, no creo en la hipótesis de que la realidad sea deleznable. La realidad es misteriosa y paradójica, y debemos profundizar en lo que se nos impone como aparente para saber si es o no real. Lo que aparentemente es bello o repugnante, puede ser en realidad todo lo contrario para una mirada que sea capaz de ver la verdad profunda de las cosas.
Esa es la misión del artista, seleccionar aquellos elementos de la apariencia que considere oportunos, recomponerlos, y mostrarnos con ellos una historia que nos descubra la verdad escondida. Si esa verdad es reconocida por nuestros sentidos más profundos, nacerá un sentimiento estético, que llamamos belleza, y valoraremos ese trabajo como una obra de arte.
Parafraseando al propio Vargas Llosa, sería más exacto y oportuno decir que, en la obra de arte, el mundo real ha sido rehecho y perfeccionado de tal manera por el genio divino del que participa el creador literario, que todo en él es bello, incluido lo que en la aparente realidad objetiva tenemos por sucio y feo.