Reginald Gaillard

Ediciones Encuentro ha publicado La partitura interior de Reginald Gaillard, obra ganadora del Premio de Literatura Católica Francesa de 2018. Una novela llena de sentimiento que traza la biografía espiritual de sus protagonistas.

Premio de Literatura Católica Francesa

Es reseñable que se publiquen en español obras de este prestigioso premio. La Asociación de Escritores Católicos Franceses concede el Premio de Literatura Católica Francesa una vez al año desde 1946, destacando el mejor título publicado el año anterior valorando «sobre todo cualidades literarias y valores universales compatibles con la fe católica».

Es muy interesante para este blog, comprobar que se concede este premio para valorar el trabajo de escritores católicos. La página web de la Asociación de Escritores Católicos Franceses define escritor católico en los siguientes términos:

«…un escritor católico no es un autor necesariamente dedicado a los problemas de la Iglesia, a los problemas religiosos. Un escritor católico es un autor: sea filósofo, historiador, novelista, dramaturgo, poeta, crítico, ensayista, moralista, especialista en cuestiones políticas nacionales e internacionales, económicas, jurídicas, científicas, técnicas… en resumen, un autor que, penetrado por la fe cristiana, sus leyes, sus reglas, sus principios, su resplandor, ve cosas, las siente, las explica, las comenta, las presenta debido a esta fe y de estos principios. Esa impronta no es el efecto de una voluntad o un esfuerzo, y mucho menos un sesgo. La verdad es mucho más simple.»

Concepto de literatura católica que está en plena sintonía con el que sostiene este blog. En el mismo lugar añade:

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«Ahora, quizás, nos encontramos en un momento de evolución humana donde la presencia del cristiano en el mundo, la afirmación de su pensamiento, la diversidad de su acción, en una palabra, su influencia, nunca han sido más necesarias.»

Palabras que nos animan a seguir con nuestro humilde esfuerzo de divulgación de la Literatura Cristiana, tanto en este blog como en Ediciones Trébedes. Es una pena que no haya una asociación parecida en el ámbito hispanohablante. Al menos, nosotros no la conocemos.

La partitura interior

Volvamos a la obra que nos ocupa. Reginal Gaillard es un poeta que se estrena como novelista con este título. No es de extrañar que parezca sentirse más a gusto en los momentos más intensos y líricos que en los meramente narrativos, pero esa capacidad de dibujar sin líneas, de sugerir y de emocionar, le ayuda a desarrollar un perfil espiritual de los personajes llegando a donde las cosas son difusas y los contornos no quedan claros.

Tres personajes son el objeto de observación del autor: Charlotte, una loca inofensiva, Jan, un músico obsesionado con su obra y el sacerdote del pueblo, que narra la mayor parte de la historia en primera persona.

El título hace referencia a una armonía musical, en la que los personajes de la novela participan sin saberlo, en medio de sus cegueras y sus errores. En francés, la palabra partitura también significa división, por lo que Partitura interior puede significar, a la vez, División interior y Música espiritual, o una mezcla de ambas, que parece ser la intención del autor. Los personajes están rotos por dentro, por causas diversas, culpables o no culpables, y arrastran el dolor y las consecuencias de esta ruptura. Al mismo tiempo, de alguna manera, viven los unos para los otros y conforman una armonía espiritual que Dios está sosteniendo.

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El sacerdote, que ejerce de narrador en la obra, arranca su relato con unas palabras que dirigen nuestra atención hacia esa armonía:

«En este pueblo del Revermont he sido el testigo privilegiado de la vida de dos figuras que tuvieron en común creer en el milagro posible de una lengua por inventar, para decir lo que a nuestro alrededor es tanto visible cuanto invisible, lo que era y lo que viene, lo mismo pero a la vez renovado en cada ocasión, lo extraordinario y el gesto más común, lo puro y lo impuro, lo feo tanto como lo bello, el terrible mal y la gratuidad de lo que es bueno, en la más perfecta sencillez.»

El lector juzgará si el autor consigue llevarle a ese punto de intersección que une a los protagonistas. La obra no intenta otra cosa.

Otro símbolo presente en toda la narración es el fuego. El fuego de la presencia divina en Charlotte y el fuego de la ausencia del amor en Jan. Fuego que calienta en el hogar, que destruye lo que se encuentra cuando está desbocado, fuego que consume las malas hierbas o que se esconde en la terrible contundencia de un disparo. Así titula Jan su diario: «Algunas notas de fuego». También el fuego está dramáticamente presente en la vida de Charlotte. No se puede contar más sin romper el encanto de la narración.

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En resumen, un libro lleno de lirismo, emotivo, profundo, que sumerge al lector en el alma de los personajes, en su oscuridad y en su fuego, en su silencio y en su música.